Literatura
UNA VEZ VI
UNA VEZ VI
UNA VEZ VI
un pezón rojo atardecer de frío
y en la punta de los dedos
octubre endurecía sus veintes
y era todo aquello un acceso de morirse
a la sombra de los árboles desvalijados
que se rascaban el sueño del viento,
que a ratos no pasados por el cedazo de las manecillas,
se rascaban el sueño del viento y los unos a los otros.
Y como ellos
con mis dedos deshojados quise del cielo
tejerme una mortaja.
Y como ellos
me puse a comer tierra;
y como ellos me quedé ciego de tantos nidos,
de tanto andar sin pasos los tiempos
atorado en el despojo de un mismo suelo.
Una vez vi un ojo llover sus verdes sobre mi sexo
que no era canaleta ni desagüe
ni ese hondo entre la calle y las aceras
al que los niños de nadie encomiendan
los destinos de sus barcos de basura.
Y me dejé calar y mi mano até a la mano
fría de la corriente
y en la aorta de una alcantarilla me encontré todas las pieles
que desde que soy humano
me he estado lavando a diario.
Un día vi el resto de su cuerpo
jugando a columpiarse en una báscula
y me comí mi corteza
y llegué al mar.
©Daniel Mendoza, Lamiendo Navajas, 2018
