Noticia
En horas indecentes.
El insomnio me besa.
Es mi amante.
Nunca falta a la cita.
A veces se queda parado frente a mí;
mudo, sin decirme nada.
Frío como el silbido de los trenes
en la madrugada.
Distante como una utopía
a medio fabricar por la mente.
Inútil, como un caracol
desgranado en la acera
sin sentir más la lluvia.
Mi lluvia.
A veces le abro las alas.
Mis alas.
Desplegando esa luz de crisálida
por este oscuro pasillo
para sentirme alejada
de todos estos monstruos
que resucitan al caer la noche.
Mi noche.
Sus tentáculos de cazador
aprisionan cada recuerdo insecticida
de este temblor que me mata.
Porque soy mariposa
naciendo en un mundo que se está quebrando.
Porque posiblemente mis alas
sabrán, con el tiempo,
esquivar a los fantasmas
que quieren habitar en las heridas.
Mis heridas.
Volar entre campos de balas
buscando una flor en la que posarse.
Ahora, mientras tanto,
ni se imaginan siquiera
lo duro que será despegarse de tu lengua
cuando termine esta guerra, amor… esta guerra…
Mi guerra.
