Poesía
Abiótico
Respiramos en una escafandra,
en una bolsa donde ensuciar la gravedad.
Una bandeja de entrada saturada.
Un mar de plástico divergente.
Los pájaros sueñan con alambres de espino;
no saldrá el hombre a la tierra prometida,
al Maná que emerge de los campos,
al encuentro con el mar en su orilla.
Hay en la playa un hueco por donde
asoma la quemadura de una colilla.
Hay un pozo de oro negro devorando
los ríos.
La tierra se está tragando la miseria,
el agua está escavando su lugar en el mundo.
El fuego es la torre de Babel que grita sinuosa,
mientras sus lenguas okupan, y okupan sin permiso
las parcelas.
¡Autómatas indolentes
que no oímos el llanto de la tierra!
Perfumamos el olvido con señales acústicas
disparando decibelios,
destapando el ruido de toda indiferencia,
estéril y pueril que nos rodea.
.
