Poesía
La biblioteca de la Tabacalera
Esos libros en mi estantería
que nunca he tenido el tiempo de colocar,
porque siempre pero siempre
demasiado pronto me he tenido que marchar,
o, más bien,
aunque fuera mucho el tiempo o lo estrictamente suficiente,
pensaba que podría hacerlo el día después o la vez siguiente,
y así ocurría
que nunca lo hacía.
Lo conozco ese cuento del nunca empezar.
O el juego de dejar las cosas a medias,
que es un juego tan fácil:
juegas solo y siempre ganas,
pero lo que ganas es la nada y
lo que pierdes es que esa nada se convierta en algo,
aunque solo sea un fracaso.
Sin embargo,
es de los fracasos que se aprende.
Y tú lo sabes,
y ya lo sé,
pero hay un puente demasiado alto
entre lo que sé y lo que es
luego
lo que hago.
Venecia está llena de puentes,
la ciudad te acostumbra a que
hay que construir para acortar la distancia,
que el cuidado no es natural,
es trabajo de albañil que satisface y cansa,
además,
si construyes solo por hacerlo,
el puente pronto cada pieza va perdiendo
y te quedas bloqueado:
isla con acceso denegado.
En la biblioteca de la tabacalera
me he quedado horas escuchando voces
que hablan otro idioma
y de otras heridas,
y Leopoldo me sugirió
que el poema es decir la nada y
un intento de destruirla con su misma existencia.
Cuántos intentos de borrar la nada
en las estanterías,
de rellenar el vacío del tiempo que corre y no deja huella:
huellas negras en tiempo blanco.
El blanco siempre me ha causado emociones divergentes:
blanco como el olvido
blanco como la posibilidad.
En la biblioteca de la tabacalera
me quedaría horas pensando,
hablando
o en silencio,
donde el silencio mío y tuyo siempre se ha respetado;
he ingresado en el espacio
como se hace cuando se entra en casa,
casa dolce casa
los libros aquí están ordenados,
mientras hay papeles tuyos en las paredes en los cajones sobre la mesa;
me has enseñado que no importa dónde ni cómo
si lo que se tiene que hacer es
precisamente hacer,
si empezar es una urgencia,
como la urgencia de mi abuelo esta mañana
de llamarme y decirme que estoy lejos de él
pero nunca me quedo lejana
en su corazón-
La urgencia de escribir
de decir
de rellenar el vacío
de leerte a ti
de comenzar
en cinco días vuelvo a casa
me acordaré de la biblioteca de la tabacalera
mientras coloque mis libros en mi estantería.

melindaale
18 diciembre, 2019 at 11:48 pm
puesta en cajas tambièn,
no en la estanteria.