Poesía
Tregua
Mi corazón clama una tregua.
Que no puede más, declara,
que está harto de llenar mis venas de sal.
Solo pide que vuelva la cordura a las personas,
que sus delirios vomiten
la parte de realidad que decidieron engullir.
Que tomar resoluciones nunca fue lo suyo,
que las decisiones no tienen que correr por su cuenta,
dice el muy impostor,
que solo se dedica a tirar la piedra y esconder la mano,
y con esa mano que esconde
aprovecha para escarbarme y retorcerme el interior.
Que le mutilen los dedos, suplico,
que le desmembren rápido, imploro.
Pero nada, él sigue ahí,
bombeando sin piedad,
quejándose sin solución
y lanzando alaridos que solo los perros son capaces de oír.
